CAMINOS QUE EMPIEZAN Y ACABAN

Hay caminos que se abren a tu paso, como por casualidad y nos olvidamos de la causalidad, empiezan a tus pies, casi sin buscarlos ni esperarlos, te hacen el trayecto aparentemente mas fácil, mas cómodo, mas sencillo… te permites creer que si continuas por ese camino podrás caminar mas tiempo y con ello llegar mas lejos, por que te cansa menos y tendrás mas energía para seguir… tus expectativas empiezan a cambiar y con ello tus ilusiones, metas, prioridades… Y de repente te centras en esa senda, olvidándote del entorno, del resto de caminos y sin apreciar las piedras que hay en él, son pequeñas, no molestan, no te impiden caminar… te repites una y otra vez a tu paso por ellas para quitarles valor y seguir creyendo que ese es el camino que te llevará a ese lugar que tanto ansias conocer.

Cada piedra cuenta, no importa cuanto quieras correr, cuantas noches quieras aprovechar para continuar caminando, cuanto aguantes el dolor de tus pies en silencio, ni cuanto creas controlar la situación… lo único que haces es ralentizar tu ritmo. El descanso es tan importante, como tu estado de ánimo, tu estado físico o el estado del camino. Todos los detalles importan aunque intentemos obviarlos, siguen ahí esperando ese punto de flaqueza nuestro para derrotarnos con la delicadeza del crujir de una rama.

Nuestra lucha cae al vacío en ese momento en que miras a tus pies y ves que el camino se ha acabado, da igual la distancia recorrida, o lo que esperásemos encontrar, ahora nada importa… la gran senda tenía un final.

Miras alrededor pensando en caminos paralelos que no te hagan regresar al punto de partida, buscas algún tipo de enlace o salida para continuar, pero lo único que queda a tu alrededor es ese camino que considerabas demasiado complicado, empedrado, fangoso, con subidas y bajadas, sombrío… y ves que realmente es el único camino que tiene una continuación, que hay pocas personas hechas para caminar por ese tipo de sendas y esa persona no es capaz de viajar de forma cómoda.

Empezar un camino que te acerque al resto de la sociedad, que te normalice entre las demás personas, que te marque unas pautas a seguir y te haga creer que la vida puede ser cómoda, esta bien. Pero la realidad es otra y tarde o temprano se presenta ante tí.

Eres una persona que se acostumbro a los derrumbes, a aprovechar la crecida del río y las corrientes, a caminar sin el calzado adecuado, a utilizar el viento a favor y los arboles para oxigenar, aprendiste a escalar para poder ver desde arriba, a atravesar las montañas, a evitar a las personas, a creer en ti a pesar de lo que crean los demás, a seguir hacia delante siempre cueste lo que cueste.

No hay parámetros en tu trayecto, no hay datos corroborados con grandes estadísticas, no hay logística previa, ni objetivos alcanzables. Hay resultados, 15 años de trayectoria sin pausas, 2 años de travesía autónoma, toda una vida (por corta que pueda parecer) siguiendo tus propias decisiones, pautas, riesgos, aventuras y vivencias… para todo esto no hay mejor maestro que la propia vida.

Aun en ese momento en que sientes como te desvaneces ante el fracaso, donde no hay consuelo para tal derrota, no hay explicación acorde a tu situación, donde ves el final como el último lugar al que podrás llegar… te preguntas por que ganó la honestidad al raciocinio, en que momento deje de pensar para actuar, cual fue la conexión entre el bien y el mal… No hay más razón que la de tu personalidad, tu seguridad te distancia del rebaño, tu curiosidad pone en duda el poder de quien manda y tus ganas amenazan a quién cree controlar la situación.

La personalidad no se puede fingir, modificar o clasificar, va contigo a donde vayas tu, marca tu destino y tu trayecto. Hay personas hechas para vivir en grupo, para ser parte de algo, y personas hechas para vivir en solitario, estar aquí y allí, en todas partes y en ninguna, dejar huella sin dejar su presencia…

Ninguna de las dos opciones es mejor que la otra, simplemente son personalidades diferentes que encajan en lugares diferentes.

Mi lugar no es junto a la manada, no soy capaz de pasar desapercibida en una sociedad creada en la hipocresía y la sumisión, no creo en el afán de ser todos iguales cuando cada cual tiene algo especial que lo hace diferente de los demás…

A pesar de lo que conlleva, los momentos importantes que no compartes, la falta de arropo, la ausencia de ese abrazo interminable… puedo decir que me siento orgullosa de ser quien soy, de vivir  a mi manera, de haber llegado hasta aquí, de poder contar cada aventura como victoria, marcar mis propias metas y decidir hasta que punto valieron la pena, ser yo misma es lo mejor que tengo y no quiero cambiarlo.

Le deseo todo lo mejor a aquellos que quieren jugar a los roles sociales dentro de su cuadrilátero, pero esa vida no es para mi.

De este viaje me llevo un calzado nuevo, lo suficientemente cómodo para no tener que parar, con un buen agarre para estar segura en cualquier superficie, impermeable para sobrevivir a la tempestad y con el mínimo desgaste para la siguiente aventura. No importa hacia donde me dirija ahora, solo importa como voy a caminar. Fuerte, segura, con determinación, la cabeza al frente y dispuesta a arriesgarme otra vez por conocer un nuevo camino.

No se donde empieza, ni donde acabará pero pienso arriesgarme una y otra vez hasta que encuentre mi lugar.

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